Parpadea y te perderás la cadena que va de la arrogancia al corazón roto que precede a la mayoría de las muertes en Stalker 2: Heart of Chornobyl. Después de visitar La Zona durante tres horas, tengo los recibos que lo demuestran. ¿Por dónde empezar? ¿La vez que maté a un grupo de bandidos y me desmayé antes de vendarme las heridas de bala? Otra muerte minutos después, cuando me asaltó un cuarto acosador que no había contado antes de entrar a tiros contra sus tres amigos? Elecciones, elecciones.
En la mayoría de los avances de juegos, me pondría rojo como una cuba con cada muerte, equiparando el fracaso con segundos perdidos que podría haber dedicado a ver cosas. Pero en Stalker 2, me sorprendí a mí mismo sonriendo tanto en las pantallas de reaparición como en los tiroteos victoriosos. Dado lo escurridizo que es el protagonista Skif, la diferencia entre ambos puede reducirse a una sola bala. El resultado son los mismos tiroteos implacables que definieron la trilogía original de Stalker, en los que los disparos a la cabeza dejaban a los enemigos hechos trizas y correr de una cobertura a otra parecía tener que pasar por encima de cables.
Me di cuenta de lo mucho que estaba disfrutando de la dificultad de Stalker 2 durante una misión secundaria sin nombre que consistía en matar a un grupo de bandidos por su recompensa. Los hombres buscados estaban acampados junto a un río y, como aprendí por las malas, eran demasiados como para atacarlos de frente. Mi primer intento de impartir justicia acabó muriendo innoblemente en el arbusto más cercano, mientras que volver para intentar dispararles desde lejos tuvo un destino similar. Sin embargo, mediante un proceso de ensayo y error que parecía más propio de un roguelike que de un shooter tradicional, elaboré un plan para atraer a los bandidos fuera de su campamento lanzándoles granadas desde la distancia. A partir de ahí, el objetivo era dejar que me buscaran en un bosque cercano, esperar a que se dispersaran y acabar con ellos uno a uno.
Parpadea y te perderás la cadena que va de la arrogancia al corazón roto que precede a la mayoría de las muertes en Stalker 2: Heart of Chornobyl. Después de visitar La Zona durante tres horas, tengo los recibos que lo demuestran. ¿Por dónde empezar? ¿La vez que maté a un grupo de bandidos y me desmayé antes de vendarme las heridas de bala? Otra muerte minutos después, cuando me asaltó un cuarto acosador que no había contado antes de entrar a tiros contra sus tres amigos? Elecciones, elecciones.
Stalker 2: Shadow Of Chornobyl – El gran avance.
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