He perdido la cuenta de las veces que he leído El Hobbit. De niño vivía para la acción, para los duendes, los dragones y los juegos de adivinanzas a vida o muerte, pero con cada relectura me he enamorado más y más de su primer capítulo sobre los hobbits. Los hobbits, los holgazanes más perezosos de la Tierra Media, sólo viven para amueblar sus acogedoras madrigueras, comer vorazmente y disfrutar de la hermosa campiña de la Comarca. A menudo fantaseo con vivir allí, y si me dieran la oportunidad de mudarme a la Comarca, estaría fumando pipas en Bolsón Cerrado antes de que pudieras decir «segundo desayuno».
Hasta entonces, he vivido fantasías despreocupadas similares en Stardew Valley y Animal Crossing, pero vivir en mi propia madriguera de hobbit sigue siendo mi fantasía definitiva. Digo todo esto porque, en teoría, Tales of the Shire, un simulador de vida ambientado en Bywater, el pueblo de la Comarca, debería gustarme. Pero después de jugarlo un par de horas, me he quedado tibio.
Una fiesta inesperada
(Crédito de la imagen: Private Division)¿Para cuándo está previsto Tales of the Hobbit?
(Crédito de la imagen: Private Division)
Tales of the Hobbit está ambientado en la Tercera Edad de la Tierra Media, y se sitúa en la línea temporal de El Señor de los Anillos.
Nuestra antiaventura comienza con la creación de un Hobbit, al que Gandalf acaba de despertar tras quedarse dormido entre Bree y Bywater. Me divierte mucho el sistema de dos nombres -Bungo Underhill, qué tal-, pero me impresiona menos mi intento de personalizar al personaje, que hace que el pobre Bungo parezca una Miss Piggy extrañamente angulosa. Por suerte, la cosa no hace más que subir, ya que al haber heredado una casa en Bywater, Bungo tiene toda una nueva vida por delante.
Esto promete mucho. El nuevo hogar de Bungo está descuidado y destartalado, y por muy musgoso que parezca ahora, ya puedo imaginarme lo satisfactorio que será limpiarlo todo y labrarme mi propio rincón de la Comarca. Y lo que es más importante, hay una gran despensa vacía que me da vértigo pensar en reponer. De hecho, lo primero que tengo que hacer es buscar en sus estantes para preparar una comida para el hobbit local Orlo Proudfoot, que parece estar a las puertas de la muerte porque se perdió su última comida.
He perdido la cuenta de las veces que he leído El Hobbit. De niño vivía para la acción, para los duendes, los dragones y los juegos de adivinanzas a vida o muerte, pero con cada relectura me he enamorado más y más de su primer capítulo sobre los hobbits. Los hobbits, los holgazanes más perezosos de la Tierra Media, sólo viven para amueblar sus acogedoras madrigueras, comer vorazmente y disfrutar de la hermosa campiña de la Comarca. A menudo fantaseo con vivir allí, y si me dieran la oportunidad de mudarme a la Comarca, estaría fumando pipas en Bolsón Cerrado antes de que pudieras decir «segundo desayuno».
Hasta entonces, he vivido fantasías despreocupadas similares en Stardew Valley y Animal Crossing, pero vivir en mi propia madriguera de hobbit sigue siendo mi fantasía definitiva. Digo todo esto porque, en teoría, Tales of the Shire, un simulador de vida ambientado en Bywater, el pueblo de la Comarca, debería gustarme. Pero después de jugarlo un par de horas, me he quedado tibio.
Una fiesta inesperada
(Crédito de la imagen: Private Division)¿Para cuándo está previsto Tales of the Hobbit?
(Crédito de la imagen: Private Division)
Tales of the Hobbit está ambientado en la Tercera Edad de la Tierra Media, y se sitúa en la línea temporal de El Señor de los Anillos.
Nuestra antiaventura comienza con la creación de un Hobbit, al que Gandalf acaba de despertar tras quedarse dormido entre Bree y Bywater. Me divierte mucho el sistema de dos nombres -Bungo Underhill, qué tal-, pero me impresiona menos mi intento de personalizar al personaje, que hace que el pobre Bungo parezca una Miss Piggy extrañamente angulosa. Por suerte, la cosa no hace más que subir, ya que al haber heredado una casa en Bywater, Bungo tiene toda una nueva vida por delante.
Esto promete mucho. El nuevo hogar de Bungo está descuidado y destartalado, y por muy musgoso que parezca ahora, ya puedo imaginarme lo satisfactorio que será limpiarlo todo y labrarme mi propio rincón de la Comarca. Y lo que es más importante, hay una gran despensa vacía que me da vértigo pensar en reponer. De hecho, lo primero que tengo que hacer es buscar en sus estantes para preparar una comida para el hobbit local Orlo Proudfoot, que parece estar a las puertas de la muerte porque se perdió su última comida.
Cocinar es sorprendentemente complejo. Después de elegir una receta -que se gana haciéndose amigo de los residentes de Bywater-, puedes picar, freír y sazonar cada ingrediente a tu gusto. El tiempo que se pica el ruibarbo, por ejemplo, determina si quedará en trozos o suave para una tarta, y hay que experimentar para encontrar la mejor combinación de texturas para cada comida. La prueba y el error merecen la pena, ya que la comida es el camino más rápido hacia el corazón de un hobbit, y servir comidas deliciosas hará que sus vecinos se hagan amigos más rápidamente. Organizar cenas más elaboradas y con mejor comida parece ser uno de los motores de Tales of the Shire: para preparar la comida de dos hobbits, tuve que buscar setas en el bosque, pescar en el Brandigamo y pasarme por el mercado de la plaza del pueblo para comprar nata y beicon. Sin embargo, el tiempo de que dispones cada día es limitado (si te quedas despierto hasta demasiado tarde, te llevarán a casa À la Stardew), así que mantener una despensa bien surtida es una prueba en sí misma.