Si damos crédito al discurso popular, Sonic The Hedgehog -el mismísimo icono de los 16 bits de los 90- lo pasó mal en su transición de las 2D a las 3D. En parte es cierto. Hubo que hacer concesiones para sacar al veloz héroe del plano 2D de cuestas y bucles para que corriera por mundos tridimensionales. El principal problema no tenía que ver con la velocidad, sino con el momentum, que era un factor tan importante o más en los clásicos de Sega Genesis. El excelente desarrollador de Sonic Mania, Evening Star, en su primer proyecto original, resolvió el problema de diseño incluso sin el borrón azul.
Al fin y al cabo, basta con echar un vistazo a Penny’s Big Breakaway para darse cuenta de que se trata de una carta de amor a los 90, con su alto contraste, sus colores chocantes, su sonido vaporwave y su estética del efecto 2000. Pero su jugabilidad es totalmente moderna, gracias a unas carreras y saltos increíblemente hábiles en los que controlas a Penny, una figura parecida a un bufón, que intenta salvar su reino al tiempo que evita ser capturada por la policía de los pingüinos (hubo un… incidente… con los calzoncillos del Rey).
Bueno, es decir, hábil… una vez que descubres cómo se juega. Al tropezar con un yoyó mágico y sensible, el movimiento de Penny consiste en utilizarlo para impulsarse a través de las fases. Una cosa es segura: aunque hay muchos juegos de plataformas en 3D que intentan parecerse a los clásicos de antaño, Penny’s Big Breakaway no está entre ellos. En la búsqueda de su mecánica basada en el impulso, se siente como poco más. Lo que significa que puede frustrar sin fin mientras aprendes a jugar. Se trata de un nuevo tipo de juego de plataformas que, aunque se inspira en muchos otros del género, es realmente único.
Tarda una eternidad
(Crédito de la imagen: Evening Star)DARK TIMES
(Crédito de la imagen: Sega)
Los últimos juegos de Sonic también han sido bastante buenos. Después de todo, Shadow Generations cuenta con algunos de los mejores niveles de la historia tridimensional de Sonic.
No es solo la ocasional avalancha de pingüinos que pululan para detener a Penny lo que te espolea, sino casi todas las superficies. Desde curvas empinadas y suaves hasta trampolines, siempre hay algo que te tienta para que sigas avanzando. Capaz de encadenar movimientos, Penny puede montar en su yoyó como una gran pelota para coger velocidad y realizar nada menos que tres tipos de doble salto en el aire.
Si damos crédito al discurso popular, Sonic The Hedgehog -el mismísimo icono de los 16 bits de los 90- lo pasó mal en su transición de las 2D a las 3D. En parte es cierto. Hubo que hacer concesiones para sacar al veloz héroe del plano 2D de cuestas y bucles para que corriera por mundos tridimensionales. El principal problema no tenía que ver con la velocidad, sino con el momentum, que era un factor tan importante o más en los clásicos de Sega Genesis. El excelente desarrollador de Sonic Mania, Evening Star, en su primer proyecto original, resolvió el problema de diseño incluso sin el borrón azul.
Al fin y al cabo, basta con echar un vistazo a Penny’s Big Breakaway para darse cuenta de que se trata de una carta de amor a los 90, con su alto contraste, sus colores chocantes, su sonido vaporwave y su estética del efecto 2000. Pero su jugabilidad es totalmente moderna, gracias a unas carreras y saltos increíblemente hábiles en los que controlas a Penny, una figura parecida a un bufón, que intenta salvar su reino al tiempo que evita ser capturada por la policía de los pingüinos (hubo un… incidente… con los calzoncillos del Rey).
Bueno, es decir, hábil… una vez que descubres cómo se juega. Al tropezar con un yoyó mágico y sensible, el movimiento de Penny consiste en utilizarlo para impulsarse a través de las fases. Una cosa es segura: aunque hay muchos juegos de plataformas en 3D que intentan parecerse a los clásicos de antaño, Penny’s Big Breakaway no está entre ellos. En la búsqueda de su mecánica basada en el impulso, se siente como poco más. Lo que significa que puede frustrar sin fin mientras aprendes a jugar. Se trata de un nuevo tipo de juego de plataformas que, aunque se inspira en muchos otros del género, es realmente único.
Tarda una eternidad
(Crédito de la imagen: Evening Star)DARK TIMES
(Crédito de la imagen: Sega)
Los últimos juegos de Sonic también han sido bastante buenos. Después de todo, Shadow Generations cuenta con algunos de los mejores niveles de la historia tridimensional de Sonic.
No es solo la ocasional avalancha de pingüinos que pululan para detener a Penny lo que te espolea, sino casi todas las superficies. Desde curvas empinadas y suaves hasta trampolines, siempre hay algo que te tienta para que sigas avanzando. Capaz de encadenar movimientos, Penny puede montar en su yoyó como una gran pelota para coger velocidad y realizar nada menos que tres tipos de doble salto en el aire.
Una de ellas lanza el yoyó hacia delante y Penny puede saltar hacia ella, otra mantiene el yoyó en el aire para que Penny se balancee, y otra es el típico giro extra en el aire. Combinándolos todos juntos, añadiendo potenciadores adicionales, es donde las cosas se ponen realmente divertidas: subiendo por half-pipes para coger aire, girando y dando vueltas mientras te saltas un trozo entero del escenario, o incluso saltando a través de masas de agua.
Los trucos adicionales de cada zona, desde chorros de agua que te lanzan hacia delante hasta postes desde los que balancearte, te ofrecen nuevas formas de coger impulso. Cada nueva región rebosa personalidad gracias a sus paletas de colores únicas, sus bandas sonoras (de veteranos del estilo retro como Tee Lops, Sean Bialo y Christian Whitehead) y sus ciudadanos de bajo poligonaje, que añaden un color divertido y desenfadado a este mundo disparatado y lleno de juegos, haciendo que el absurdo reino parezca vivido.
(Crédito de la imagen: Evening Star)
Algunos de estos ciudadanos necesitan la ayuda de Penny, pero, inteligentemente, todos se basan en la velocidad y el impulso, y a menudo giran en torno a pequeños objetos coleccionables en el camino que te desafían a coger mientras avanzas. Todo en concierto te dice: vamos, vamos, vamos.