La adrenalina que se siente al oír el primer disparo en un pasillo oscuro, la tensión que se siente al ponerse a cubierto para recargar… estas cosas suelen ser la encarnación de mis pesadillas. En general, me gusta mucho más el lado menos estresante de los juegos y soy un ferviente jugador de cozy gamer desde hace casi una década.
Dame una granja abandonada y haré una fortuna mientras salvo un pueblo adorable. Dame una pistola y dime que apunte, y empezaré a disparar balas de pánico mientras lloro en silencio. Nunca pensé que conectaría con un shooter, y mucho menos que disfrutaría tanto como plantando semillas virtuales. Sin embargo, Mass Effect 2 llegó hace poco a mi vida y dio la vuelta a la proverbial mesa.
Mi tiempo con Shepard
(Crédito de la imagen: Xbox Game Studios)Mejor dejarlo en el olvido
(Crédito de la imagen: EA)
Los fans de Mass Effect recuerdan la vez que alguien utilizó la ciencia para demostrar que puedes colocarte con Tali: «Su sudor es una droga y un potenciador natural del rendimiento»
Como muchos jugadores acogedores saben, hay un montón de mecánicas de juego cruzadas que nos encantan en los RPG, ya sea completando casualmente cada misión secundaria, explorando vastos mundos abiertos o formando conexiones genuinas con los NPC. Así que, un fatídico día de las rebajas de verano de Steam, decidí sumergirme en Mass Effect Legendary Edition de BioWare, una colección de títulos constantemente elogiados como algunos de los mejores juegos de rol que existen (basta con leer nuestro análisis de Mass Effect Legendary Edition para ver a qué me refiero).
Sí, sabía que era un shooter, pero también sabía que había modos casuales disponibles. Así que tomé felizmente las riendas del comandante Shepard y me dispuse a salvar la galaxia contra todos esos molestos Segadores. Durante años, he disfrutado alegremente de RPGs que de otro modo serían estresantes, como Fallout: New Vegas y Cyberpunk 2077, navegando en modo fácil, convirtiendo cada título que encuentro en mi experiencia acogedora ideal. Así que debería estar a salvo cuando se trata de Mass Effect, ¿verdad? Pues no.
Mientras que los modos casuales tanto de Mass Effect como de Mass Effect 3 son indulgentes con los tiradores terribles como yo, Mass Effect 2 me golpeó con un poco de amor duro, obligándome a agacharme y cubrirme, avanzar a través de los enemigos y (el peor inductor de ansiedad de todos los tiempos) disparar bajo un límite de tiempo o con la amenaza de la muerte de un compañero cerniéndose sobre mí. No había forma de hacer de esto una experiencia libre de estrés a través de los ajustes del juego, y me vi forzado a salir de mi zona de confort, tan familiar y segura, de forma abrupta por ello.
La adrenalina que se siente al oír el primer disparo en un pasillo oscuro, la tensión que se siente al ponerse a cubierto para recargar… estas cosas suelen ser la encarnación de mis pesadillas. En general, me gusta mucho más el lado menos estresante de los juegos y soy un ferviente jugador de cozy gamer desde hace casi una década.
Dame una granja abandonada y haré una fortuna mientras salvo un pueblo adorable. Dame una pistola y dime que apunte, y empezaré a disparar balas de pánico mientras lloro en silencio. Nunca pensé que conectaría con un shooter, y mucho menos que disfrutaría tanto como plantando semillas virtuales. Sin embargo, Mass Effect 2 llegó hace poco a mi vida y dio la vuelta a la proverbial mesa.
Mi tiempo con Shepard
(Crédito de la imagen: Xbox Game Studios)Mejor dejarlo en el olvido
(Crédito de la imagen: EA)
Los fans de Mass Effect recuerdan la vez que alguien utilizó la ciencia para demostrar que puedes colocarte con Tali: «Su sudor es una droga y un potenciador natural del rendimiento»
Como muchos jugadores acogedores saben, hay un montón de mecánicas de juego cruzadas que nos encantan en los RPG, ya sea completando casualmente cada misión secundaria, explorando vastos mundos abiertos o formando conexiones genuinas con los NPC. Así que, un fatídico día de las rebajas de verano de Steam, decidí sumergirme en Mass Effect Legendary Edition de BioWare, una colección de títulos constantemente elogiados como algunos de los mejores juegos de rol que existen (basta con leer nuestro análisis de Mass Effect Legendary Edition para ver a qué me refiero).
Sí, sabía que era un shooter, pero también sabía que había modos casuales disponibles. Así que tomé felizmente las riendas del comandante Shepard y me dispuse a salvar la galaxia contra todos esos molestos Segadores. Durante años, he disfrutado alegremente de RPGs que de otro modo serían estresantes, como Fallout: New Vegas y Cyberpunk 2077, navegando en modo fácil, convirtiendo cada título que encuentro en mi experiencia acogedora ideal. Así que debería estar a salvo cuando se trata de Mass Effect, ¿verdad? Pues no.
Mientras que los modos casuales tanto de Mass Effect como de Mass Effect 3 son indulgentes con los tiradores terribles como yo, Mass Effect 2 me golpeó con un poco de amor duro, obligándome a agacharme y cubrirme, avanzar a través de los enemigos y (el peor inductor de ansiedad de todos los tiempos) disparar bajo un límite de tiempo o con la amenaza de la muerte de un compañero cerniéndose sobre mí. No había forma de hacer de esto una experiencia libre de estrés a través de los ajustes del juego, y me vi forzado a salir de mi zona de confort, tan familiar y segura, de forma abrupta por ello.
Mass Effect 2 se publicó originalmente en 2010, y se nota la influencia que juegos que dominaron las consolas solo unos años antes, como Gears of War, tuvieron en su mecánica de shooter en tercera persona. Mass Effect 2 no solo utiliza los mismos botones que Gears of War para sus controles, sino que ambos se rigen por la filosofía de «corre a cubrirte a la altura del pecho o muere». En Fallout: New Vegas, podías evitar a los enemigos, salir airoso de la mayoría de los enfrentamientos con suficiente carisma o usar tu útil V.A.T.S. en esos momentos de combate desesperados. Mass Effect 2, en cambio, no me da ninguna solución para evitar los tiroteos.
(Crédito de la imagen: Xbox Game Studios)
Tuve que jugar con las reglas de los mismos shooters militares que he evitado durante años. Sobre el papel, probablemente estés pensando que debería haber abandonado este juego, y normalmente, estaría de acuerdo contigo. De hecho, sentí una aguda punzada de traición cuando vi por primera vez los nuevos controles de BioWare y fui brutalmente asesinado por la Manada Sangrienta en Omega. Sin embargo, tras importar a mi Shepard de Mass Effect 1 y ver la cinemática inicial que mostraba el trágico destino de la Normandía original, me resultó imposible dejar Mass Effect 2 y volver a mi granja de Stardew Valley.
La historia de Mass Effect te atrapa, ya que cada decisión que tomas tiene consecuencias para tu tripulación y tu destino. Además, todos los personajes de BioWare hacen que te preocupes por su futuro. Claro que podría irme, pero ¿qué pasaría con mi amigo espacial Garrus? Pero dejando a un lado la posible culpa de Garrus, lo que realmente me hizo quedarme es que Mass Effect 2 te recuerda constantemente lo imposiblemente difícil e importante que es el objetivo de Shepard. Cuando tienes que salvar a toda la galaxia de un enemigo inmensamente poderoso y gigantesco, y has perdido el apoyo de la Alianza a la que diste tu vida, cada misión parece importante y como si las probabilidades estuvieran en tu contra.
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