¿Soy sólo yo, o no deberían permitirse los payasos en las películas de terror?

«¿Qué pasa, chico, no te gustan los payasos?», gruñe el capitán Spaulding de Sid Haig mientras aterroriza a un niño en la secuela grindhouse de Rob Zombie The Devil’s Rejects. «¿No somos jodidamente divertidos?». Es esta energía agresiva e intentona la que caracteriza al payaso de terror moderno, y un pozo al que Zombie volvería en su 31, en la que una cuadrilla de trabajadores de feria es secuestrada y brutalizada por payasos homicidas, liderados por el sádico Doom-Head (Richard Brake). Pero no hay nada divertido en ninguno de estos engendros pintados de grasa.

Lo mismo ocurre con Joaquin Phoenix en Joker, el Pennywise de Bill SkarsgÅrd en IT y el payaso Art de Terrifier. El atractivo del payaso de terror residía tradicionalmente en la distancia entre su semblante amable y las brutalidades que generalmente le seguían. Pero últimamente, no hay contraste.

Antaño una escalofriante subversión de una colorida personalidad de espectáculo, el payaso de terror se ha convertido en una perezosa táctica para asustar. ¿Necesita amplificar el horror? Traiga a los payasos: Art mirando lascivamente a sus víctimas de la tienda de kebabs; Pennywise sonriendo desde la alcantarilla; y recientemente Sweet Tooth de Twisted Metal. No hay subversión, sólo un tipo ya de por sí espeluznante con un maquillaje abiertamente horripilante.

Todo esto está muy lejos de los bobalicones de Killer Klowns from Outer Space, o del Joker surfista de César Romero. Ross Noble hizo bien de payaso asesino en Stitches, al igual que Reece Shearsmith en Psychoville. Pero en ambos casos, su grotesquidad explícita era un comentario sobre lo lejos que ha caído el payaso cinematográfico, más asociado hoy en día con monstruosas infracciones de la ley que con la tragicómica atracción circense en la que se basa el tropo.

Tras el estreno de It (Eso), de 2017, los representantes de Clowns International tomaron las ondas para protestar por la mala imagen que la película daba a la comunidad. Es «una película barata de Hollywood» que no tiene «nada que ver con el clown», dijo el payaso portavoz Rob Bowker al programa This Morning de ITV. Diluido por la sobreexposición y tan edgelord como un disco de Insane Clown Posse (hablando de malos raps…), el payaso de terror es ahora tan común que ha perdido todo su significado.

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¿Que entren los payasos? En su lugar, es hora de una moratoria. ¿O soy sólo yo?

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Frenk Rodriguez
Frenk Rodriguez
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