No vi venir The Rogue Prince of Persia. Y aunque no puedo hablar en mi nombre con certeza, no estoy seguro de que muchos otros lo vieran venir.
Desarrollado por Evil Empire, cocreador de Dead Cells, en colaboración con Ubisoft, The Rogue Prince of Persia es un roguelike superestilizado de la serie de 35 años de antigüedad que se centra en el combate, las plataformas y las mecánicas de desplazamiento. Tras haber jugado durante 45 minutos a una versión preliminar en desarrollo, creo que los amantes de los roguelikes, Dead Cells y el Prince of Persia de la vieja escuela se sentirán como en casa. Aún no sé por qué es un juego de Prince of Persia, pero lo veremos más adelante.
Práctico
(Imagen: Ubisoft)LA SEGUNDA VENIDA
(Crédito de la imagen: Ubisoft)
Prince of Persia La Corona Perdida ha supuesto la segunda reinvención de esta saga de 35 años, pero sigo pensando que se adapta mejor a un RPG de acción que a un metroidvania.
En primer lugar, hablemos de Prince of Persia en movimiento. Al igual que su precursor espiritual Dead Cells, The Rogue Prince of Persia se controla de maravilla. Según sus creadores, recrear la característica mecánica de correr por las paredes de la trilogía 3D de la serie – Las Arenas del Tiempo (2003), Warrior Within (2004) y Los Dos Tronos (2005) – era importante, y su matizada interpretación dentro del paisaje bidimensional de este juego es brillante. Fácil de aprender pero (estoy seguro) difícil de dominar, mantener pulsado L2/LT te permite trepar o correr por las paredes, pero sólo cuando hay un escenario de fondo inmediatamente detrás del jugador. Cuerdas, salientes, astas de bandera y otros elementos facilitan aún más el desplazamiento, lo que significa que moverse, explorar, cazar tesoros y acabar con los enemigos es diferente cada vez.
En cuanto a la historia, la premisa es bastante sencilla. Te pones en la piel del Príncipe, hijo del rey Peroz, y debes librar a Ctesifonte de la invasión de los hunos, un grupo despiadadamente brutal que también son maestros de la magia chamánica. Mediante el viaje en el tiempo, y siguiendo el formato multijugador del género roguelike, el Príncipe puede evitar la muerte permanente y seguir lanzándose una y otra vez a una guerra de resistencia contra sus enemigos.
No vi venir The Rogue Prince of Persia. Y aunque no puedo hablar en mi nombre con certeza, no estoy seguro de que muchos otros lo vieran venir.
Desarrollado por Evil Empire, cocreador de Dead Cells, en colaboración con Ubisoft, The Rogue Prince of Persia es un roguelike superestilizado de la serie de 35 años de antigüedad que se centra en el combate, las plataformas y las mecánicas de desplazamiento. Tras haber jugado durante 45 minutos a una versión preliminar en desarrollo, creo que los amantes de los roguelikes, Dead Cells y el Prince of Persia de la vieja escuela se sentirán como en casa. Aún no sé por qué es un juego de Prince of Persia, pero lo veremos más adelante.
Práctico
(Imagen: Ubisoft)LA SEGUNDA VENIDA
(Crédito de la imagen: Ubisoft)
Prince of Persia La Corona Perdida ha supuesto la segunda reinvención de esta saga de 35 años, pero sigo pensando que se adapta mejor a un RPG de acción que a un metroidvania.
En primer lugar, hablemos de Prince of Persia en movimiento. Al igual que su precursor espiritual Dead Cells, The Rogue Prince of Persia se controla de maravilla. Según sus creadores, recrear la característica mecánica de correr por las paredes de la trilogía 3D de la serie – Las Arenas del Tiempo (2003), Warrior Within (2004) y Los Dos Tronos (2005) – era importante, y su matizada interpretación dentro del paisaje bidimensional de este juego es brillante. Fácil de aprender pero (estoy seguro) difícil de dominar, mantener pulsado L2/LT te permite trepar o correr por las paredes, pero sólo cuando hay un escenario de fondo inmediatamente detrás del jugador. Cuerdas, salientes, astas de bandera y otros elementos facilitan aún más el desplazamiento, lo que significa que moverse, explorar, cazar tesoros y acabar con los enemigos es diferente cada vez.
En cuanto a la historia, la premisa es bastante sencilla. Te pones en la piel del Príncipe, hijo del rey Peroz, y debes librar a Ctesifonte de la invasión de los hunos, un grupo despiadadamente brutal que también son maestros de la magia chamánica. Mediante el viaje en el tiempo, y siguiendo el formato multijugador del género roguelike, el Príncipe puede evitar la muerte permanente y seguir lanzándose una y otra vez a una guerra de resistencia contra sus enemigos.
En el combate, una serie de ataques ligeros y pesados, patadas, puñetazos y esquivas conforman las principales opciones en la primera línea de The Rogue Prince of Persia, mientras que los ataques primarios y secundarios pueden mezclarse y combinarse según lo requiera el momento. En un encuentro especialmente tenso, salté desde una plataforma alta hacia una banda de matones con un puñetazo en el suelo. Mientras luchaban por ponerse en pie, pateé a un enemigo a mi derecha, que a su vez derribó a su compañero. En un abrir y cerrar de ojos, me desplacé a mi izquierda e hice lo mismo con otros tres, que, como fichas de dominó, cayeron unos contra otros antes de que yo soltara unos cuantos flechazos bien calculados con mi arco, haciendo que mis agresores acabaran tambaleándose en una trampa de pinchos en la pared. Esto me dio un pequeño margen para volver corriendo hacia el primer par de agresores, que ahora eran mucho más fáciles de vencer con una descarga de puños y pies en una pelea 2 contra 1.
(Crédito de la imagen: Ubisoft)
En el breve tramo de The Rogue Prince of Persia que pude probar, me abrí paso a través de tres niveles distintos, cada uno con su propio decorado, tiendas, dilemas ambientales y tipos de enemigos. Esto constituyó un recorrido, como es habitual en los roguelike, en el que la muerte me devolvía a un campamento que me permitía recogerme, comprar objetos de restauración y mejorar mi armamento antes de volver a intentarlo. Al morir, los enemigos derramaban monedas que podían usarse en el campo para conseguir armas y objetos de salud adicionales.
En el extremo opuesto de cada recorrido había un jefe de final de zona llamado Berude, un bruto corpulento con un casco de cráneo de carnero cuya fuerza y ataques de ondas expansivas no se podían tener en cuenta. Incapaz de esquivar su ofensiva a distancia en mis primeros intentos, con el tiempo descubrí que la clave estaba en correr por las paredes: usar el entorno para trepar por encima del jefe antes de asestarle unos cuantos golpes preventivos. Cuando se volvía hacia mí, simplemente volvía a empezar el proceso hasta vaciar su barra de salud.
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