Tras un paréntesis de cuatro años, Black Mirror finalmente volvió a nuestras pantallas este año con su sexta temporada. Sin embargo, el alucinante drama social no fue recibido con los brazos abiertos por todo el mundo.
Poco después de que los episodios aterrizaran en Netflix, tanto los fans como los críticos se apresuraron a condenar la serie, y la puntuación del 43% de la audiencia en Rotten Tomatoes lo demuestra. «¿Alguien se olvidó de decirles a los guionistas de la sexta temporada de qué iba la serie?», escribió un usuario de Rotten Tomatoes, y otro añadió: «Definitivamente, ya no es la misma serie de películas de ciencia ficción oscura de siempre».
Al público no pareció gustarle que los creadores de la serie hubieran sustituido las historias de máquinas malignas y escenarios futuristas por el horror del mundo real y las luchas sociales. A su vez, el cambio recibió quejas de que la serie se había vuelto aburrida, poco memorable y muy poco propia de Black-Mirror.
Pues bien, ahora que han pasado muchos meses, ya es hora de echar la vista atrás a la temporada y darle otra oportunidad. Esta nueva era de Black Mirror es en realidad un reflejo más perfecto que nunca de nuestra sociedad actual, ya sean nuestras vidas post-COVID o nuestra obsesión por el verdadero crimen.
Los tiempos están cambiando
(Crédito de la imagen: Netflix)
Una de las razones por las que la nueva temporada de Black Mirror se siente tan diferente de los episodios pasados puede achacarse al hecho de que vivimos en una sociedad en constante cambio.
Creada en 2011 por el director Charlie Brooker, la serie antológica es un comentario social sobre la peligrosa y complicada relación entre la tecnología y la humanidad. La serie se presentó por primera vez a través de la cadena de televisión británica Channel 4, donde exploraba los peligros de la inteligencia artificial, los CGI y las redes sociales a lo largo de cinco episodios. Más tarde se volvió aún más de ciencia ficción cuando se trasladó a Netflix en 2015, llevando al público a tierras postapocalípticas como la de «Metalhead» y adentrándose en el ciberespacio.
Sin embargo, curiosamente, la mayoría de los episodios de la hornada reciente se alejan de los robots y los artilugios futuristas y se centran más en la tecnología actual y en los horrores que los humanos se infligen unos a otros y a sí mismos a través de ella.
Yo diría que esto es un reflejo perfecto de nuestras vidas cambiadas después de COVID. Con la pandemia se produjo una gran agitación en la forma en que vemos nuestras vidas y lo que tememos, ya que pronto nos dimos cuenta de que, en lugar de robots, alienígenas y lo paranormal, hay muchos más factores reales que temer, como las enfermedades, la forma en que nos tratamos unos a otros y los efectos del capitalismo. En la nueva temporada, Brooker condensó estos temas a la perfección.
La primera muestra de la nueva Black Mirror juega con cada gramo de ansiedad social que le queda después de los días tan aislantes de encierros nacionales. En «Joan es horrible», todo el mundo de una mujer de negocios se desmorona cuando una plataforma global de streaming lanza una adaptación televisiva de su vida, proyectando sus secretos más oscuros para que los vea todo el mundo. La película servía de espejo a la obsesión de la sociedad por el drama y la telerrealidad y jugaba con el miedo a ser observado. Utilizar un servicio de streaming como villano hace que la situación sea mucho más posible y, por tanto, más aterradora. Y eso fue sólo el principio.
Brutalidad sin tecnología
(Crédito de la imagen: Netflix)
Otra queja de muchos espectadores es que la serie ya no daba miedo ni resultaba impactante. Ahora bien, sé que todos recordamos la sensación nauseabunda que teníamos en el estómago cuando oímos la llamada telefónica de Kenny al final de «Cállate y baila», o presenciamos las tendencias tortuosas del guía turístico en «Museo negro». Pues bien, la sexta temporada tiene un episodio que puede superar todo esto y ser el más perturbador de Black Mirror hasta la fecha.
Jugando con la obsesión de nuestra generación por los crímenes reales y los efectos perniciosos que esto puede tener, «Loch Henry» sigue a una joven pareja que se dirige a un pintoresco pueblo al estilo de Wicker Man para filmar un documental aparentemente aburrido, pero pronto se encuentran en medio de una truculenta historia local que sacará a relucir sucesos espeluznantes del pasado. El trabajo de cámara, oscuro y crudo, sitúa al espectador en medio del drama, siendo testigo del desarrollo del terror.
Sin duda, la tecnología ocupa un lugar secundario en esta historia, aparte del uso de cámaras, viejas cintas y la premisa de realizar un documental, pero el mal en esta historia no fue causado por el aparato, sino por las personas que estaban detrás de él. El final deja un sabor agrio que refleja la obsesión moderna por el verdadero crimen y por sacar provecho de la muerte. Las cintas revelan asesinatos en masa, torturas, agresiones sexuales y encarcelamientos falsos llevados a cabo por dos de los asesinos más atroces que ha visto la serie, lo que hace que las críticas de que la serie ha perdido su filo sean aún más desconcertantes.
El propio Brooker incluso defendió la nueva temporada en el evento SXSW de Sydney comentando que «Loch Henry» puede ser el episodio más oscuro de todos y, como él lo describe «jodidamente desagradable – desagradable como cualquier cosa que hayamos hecho». No podría estar más de acuerdo, y este episodio ciertamente se siente como un cambio importante en el tema general de Black Mirror que puede que veamos más en el futuro, especialmente con la introducción de Red Mirror.
Red Mirror
(Crédito de la imagen: Netflix)
Si ha llegado hasta el último episodio de la temporada, se habrá dado cuenta de que «Demon 79» se abre con una nueva secuencia de títulos titulada Red Mirror (Espejo rojo), una indicación de que esta historia no será como las demás.
Así es, la espeluznante hermana de Black Mirror ha entrado en el edificio. Ambientada en el norte de Inglaterra en los años 70, Demon 79 sigue a una tímida dependienta que conjura a una antigua entidad que la obliga a cometer actos terribles. Este fantasmagórico episodio abandona por completo el código habitual de alta tecnología-distopía de Black Mirror y vuelve a lo básico con un relato casi bíblico sobre ética y moralidad.
Ahora sé lo que puede estar pensando, ¿qué demonios es Red Mirror? Cuando el episodio se emitió por primera vez estaba seguro de que un spin-off de Red Mirror estaba en camino, pero parece que el cambio de título se debe a un cambio de temática. Bueno, según el creador de la serie, tal y como informa The Tab, todo se debe al cambio de enfoque, de historias centradas en la tecnología a relatos que exploran el género de terror. Esto marca una nueva dirección para Black Mirror de la que no puedo esperar a ver más.
Por supuesto, es comprensible que si los espectadores esperaban familiaridad con los nuevos episodios, estas últimas entradas no hayan aterrizado igual, pero de eso se trata. La reinvención de Black Mirror era necesaria desde hace tiempo. Han pasado más de 12 años desde que se estrenó el primer episodio y conmocionó al público con sus inverosímiles relatos tecnológicos y sus advertencias sobre el futuro, pero ahora vivimos en una sociedad prácticamente dirigida por robots, en la que los teléfonos inteligentes están permanentemente pegados a nuestras manos, lo que hace que estos tropos parezcan obsoletos.
Abordando el horror y problemas más centrados en el ser humano, la última temporada de Black Mirror insufló nueva vida al drama social. Y ahora que Netflix ha encargado más episodios, por mi parte estoy impaciente por ver qué hace Brooker a continuación. Que ruede la séptima temporada…
Black Mirror está disponible en streaming en Netflix en su totalidad. Para más información, consulte las mejores series de televisión de 2023, o nuestra lista de las próximas series que se estrenarán en 2024 y años sucesivos.