En los últimos años una nueva bestia se ha arrastrado desde la cripta hasta las pantallas de cine: la secuela de legado. A diferencia de los reboots o remakes -que reinician por completo una IP y vuelven a empezar desde cero-, las secuelas de legado (o requels) se basan directamente en la entrada original de una serie, ignorando con frecuencia otras secuelas mientras capitalizan personajes clásicos.
Es un fenómeno a menudo (aunque no exclusivamente) asociado con el terror -como la trilogía Halloween de David Gordon Green- y parece estar ganando adeptos: sólo este año hemos tenido Evil Dead Rise, Scream 6, Saw X y El exorcista: Creyente, todas las cuales, de diversas maneras, intentaron resucitar sus respectivas franquicias. Pero, ¿está funcionando?
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(Crédito de la imagen: Total Film/20th Century Studios)
Este reportaje apareció por primera vez en la revista Total Film – Suscríbase aquí para ahorrarse el precio de portada, obtener portadas exclusivas y recibirla en su domicilio o dispositivo todos los meses.
Las cifras de taquilla parecen indicar que sí. El terror es un género notoriamente financiable, y hay posibilidades excitantes en insuflar nueva vida a huesos viejos, particularmente cuando algunas series pueden beneficiarse de la poda de entradas pasadas. El resultado puede ser un multiverso de «elija su propia aventura», dando a los aficionados la opción de explorar múltiples hilos narrativos sin escribir nada fuera del canon.
Sin embargo, quizá la cuestión más amplia sea si las secuelas heredadas son intrínsecamente mejores que los remakes más tradicionales. Algunas de las mejores películas de terror de todos los tiempos (La cosa, de John Carpenter; La mosca, de David Cronenberg) son remakes, lo que demuestra que reiniciar por completo la línea temporal -pero conservando la idea central- puede dar resultados emocionantes.
Sin embargo, la verdadera razón por la que las secuelas heredadas están experimentando tal impulso en estos momentos puede ser más humana: la nostalgia. Con series como Stranger Things bebiendo profundamente de los pozos de la cultura pop de antaño, echar la vista atrás es un gran negocio, y enganchar al público con remezclas de cánones clásicos -sin estar obligados a secuelas menores- tiene sentido comercial.
Pero hay indicios de que la fatiga del público puede estar instalándose, ya que El exorcista: Creyente tuvo un rendimiento inferior en su fin de semana de estreno. Con dos secuelas más previstas en la trilogía de la posesión propuesta por Blumhouse, quizá la lección sea que, ya se trate de marcas establecidas o de nuevas propiedades, los estudios estarían mejor servidos recordando el viejo mantra de Pixar de que «la historia es el rey», y que los callbacks para sentirse bien sólo le llevarán hasta cierto punto.
Este reportaje apareció por primera vez en el número Bikeriders de Total Film, y aún puede comprar un ejemplar aquí.
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