En Under the Skin, una hermosa mujer merodea por las calles de Glasgow desde el asiento del conductor de una furgoneta. Los hombres le echan un vistazo con un abrigo de piel sintética y pintalabios coral, la consideran poco amenazadora y se suben sin dudarlo cuando ella les ofrece llevarles, sin saber que están a punto de encontrar un final espeluznante en un vacío alienígena. Ella no tiene que cazar: los hombres vienen a ella.
Esa mujer, acreditada sólo como la Hembra, está interpretada por Scarlett Johansson. El papel supuso un cambio de ritmo para la actriz, cuyos otros estrenos en la misma época incluían películas de Hollywood para toda la familia como Los Vengadores y Compramos un zoo.
Under the Skin, por el contrario, era una película británica independiente que contaba con un reparto en el que predominaban los no actores, en contraposición a las estrellas como Matt Damon y Robert Downey Jr. Estrenada el 29 de agosto de 2013 en el Festival de Cine de Telluride, le siguió una proyección en el Festival de Cine de Venecia a principios de septiembre, donde la película recibió reacciones encontradas.
«Fue una de las peores proyecciones a las que he asistido; fue la única vez que el público abucheó una película», recordaba Alberto Barbera, director artístico del festival, en una entrevista reciente. «Scarlett estaba casi llorando. Intenté decirle: ‘No te preocupes, con el tiempo la película será reconocida'». También fue una bomba de taquilla, recaudando 7 millones de dólares en todo el mundo frente a un presupuesto de 13 millones.
Sin embargo, Barbera tenía razón, y Under the Skin alcanzó el reconocimiento de la crítica: el Círculo de Críticos de Cine de Londres la nombró Película Británica del Año, The Guardian la clasificó como la cuarta mejor película estrenada desde 2000, y se ganó un puesto en la lista de las mejores películas de todos los tiempos de Sight & Sound.
(Crédito de la imagen: StudioCanal/A24)
El director Jonathan Glazer jugó con el estatus de Johansson como símbolo sexual de los años 00, subvirtiendo nuestras expectativas: cuando la mujer se desnuda, atrayendo a la muerte a hombres desprevenidos, es silenciosa e inquietante. A pesar de la fachada de seducción, no hay nada sexual en su cuerpo desnudo. La interpretación de Johansson es tranquila, pero no vacía – este personaje podría parecer sin alma en manos menos capaces.
Sin embargo, su búsqueda de presas resulta insostenible. En uno de los momentos más escalofriantes de la película, una pareja se ahoga en el salvaje mar gris mientras intenta salvar a su perro, y su bebé abandonado llora, sin ser escuchado, en la playa vacía. La mujer pasa junto al niño mientras recoge el cadáver de un nadador que intentó ayudar y no lo consiguió, aparentemente sin escucharle, pero es un momento que resulta ser un punto de inflexión para ella. Deja marchar a su siguiente víctima y abandona Glasgow por la campiña escocesa.
Hace sus pinitos en la vida humana, pero no resultan fructíferos: cuando intenta comer tarta de chocolate, le dan arcadas. Cuando intenta mantener relaciones sexuales con un hombre que le ofrece cobijo y compañía, lo detiene antes de que el acto pueda consumarse. Está plagada de recordatorios de que no es humana y nunca lo será. Pero, mientras el placer la evade, su alteridad no consigue protegerla de los peligros de nuestra especie.
Mientras la película se abre con el cuerpo sin vida de una mujer que es despojada para proporcionar ropa humana a la Hembra, la película termina con la piel humana de la Hembra siendo arrancada de su cuerpo alienígena por un hombre que desea hacerle daño. Hay una horrible sensación de inevitabilidad en todo ello, ayudada por la partitura de Mica Levi, tensa hasta la incomodidad, con cuerdas en un frenético crescendo que roza lo abrumador. En última instancia, no importa lo que se esconda bajo la piel de la mujer: no puede escapar a los momentos de dolor, alegría y miedo que subrayan la experiencia humana. Johansson encapsula todas estas emociones de forma cuidadosa, silenciosa y desgarradora: todo es nuevo para la Hembra, y no lo dudamos ni un segundo.
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