Poor Things y Barbie son dos odiseas surrealistas y femeninas, lo que las convierte en un programa doble sorprendentemente perfecto.

¿Qué tienen en común una muñeca de plástico sensible y una mujer con el cerebro de un bebé? Pues resulta que bastante. Barbie y Bella constituyen un programa doble sorprendentemente resonante, gracias a su extraña y surrealista exploración del autodescubrimiento femenino.

Cuando conocemos por primera vez a Barbie y a Bella, ambas están, a su manera, constreñidas en roles que les han sido fijados por otro. Barbie vive todos los días el mismo día perfecto y rosa, hasta que esos irreprimibles pensamientos sobre la muerte empiezan a invadirla. Bella, por su parte, es un experimento supervisado por los agudos ojos de los científicos Godwin y Max, lo que significa que todos sus movimientos son vigilados y grabados; tampoco se le permite salir al ancho mundo, aunque eso no le impide correr al tejado para mirar más allá de su casa.

Mi yo buscador

Emma Stone en Poor Things

(Crédito de la imagen: Searchlight Pictures)

En lo que Bella y Barbie difieren, sin embargo, es en el entusiasmo con que inician sus respectivas odiseas. Cuando Barbie Rara le dice a Barbie Estereotipada que tiene que elegir entre el zapato rosa de tacón alto o las Birkenstock, Barbie elige rápidamente el rosa. Pero Bella está agresivamente desesperada por salir al exterior, retando a Godwin y Max a dar un paseo en carruaje y gritando de frustración cuando bloquean sus intentos de atravesar la puerta, hasta que Godwin la deja inconsciente por la fuerza.

Aún así, los viajes de Bella y Barbie discurren por vías paralelas: finalmente, Bella encuentra la forma de liberarse de la casa de Godwin, y Barbie decide dejar atrás su paraíso rosa y emprender el viaje surrealista desde Barbie Land al mundo real para descubrir la causa de sus pies planos y sus pensamientos morbosos. Y, mientras que el despertar sexual de Bella ayuda a espolear su viaje de autodescubrimiento, el primer roce de Barbie con la sexualidad es incómodo, con un «trasfondo de violencia».

Además, ambas mujeres están acompañadas por un hombre que pretende ejercer algún tipo de control sobre ellas: para Barbie es Ken, para Bella es Duncan Wedderbern (casualmente, tanto Ken como Duncan están interpretados por actores muy queridos que ofrecen interpretaciones cómicas de todos los tiempos).

Al principio de sus respectivas aventuras, pues, Bella se esfuerza constantemente por conseguir algo nuevo, mientras que Barbie sólo quiere volver a lo conocido, incómoda por las nuevas facetas de sí misma que ya está descubriendo – pero, con el tiempo, llegará a compartir el deseo de Bella de una vida plenamente realizada.

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Ya no es guapa

Barbie

(Crédito de la imagen: Warner Bros.)

Como parte de sus viajes, ambas mujeres ven destrozadas sus ilusiones. En el mundo real, Barbie se horroriza al saber que las niñas pequeñas no la ven como una heroína feminista y que las mujeres no llenan la sala de juntas de Mattel. Pero Barbie también encuentra asombro al sentarse en una parada de autobús y observar los entresijos mundanos de la vida cotidiana; derrama una sola lágrima tras ver los recuerdos tan ordinarios de Gloria y su hija.

Del mismo modo, Bella encuentra maravilla en todo lo que descubre en el ancho mundo, especialmente en el sexo, pero se horroriza cuando una nueva amiga suya le muestra una comunidad sumida en la pobreza y en una situación desesperada. Más tarde, tras convertirse en trabajadora del sexo, su creencia de que se debe permitir a las mujeres elegir con quién se acuestan es rechazada por la madame Swiney, que informa a Bella para su horror de que algunos hombres prefieren a compañeras que no están dispuestas.

Bella acaba sumida en la depresión en el burdel, al igual que Barbie cuando regresa a su casa y la encuentra infectada por el patriarcado. Pero, tanto Bella como Barbie encuentran la sabiduría al otro lado de la oscuridad, como Swiney le prometió a Bella que haría – Barbie se angustia cuando se da cuenta de que ya no cabe en su caja, pero, tras salvar Barbie Land, se le da la oportunidad de convertirse en una persona de verdad. El viaje de Barbie la ha llevado finalmente a darse cuenta de que quiere experimentarlo todo en la vida, pies planos, Birkenstocks y todo; lo que Bella quería desde el principio.

Y en cuanto a Bella -que, en su viaje, ya ha experimentado muchos de los elevados altos y aplastantes bajos de lo que la vida tiene que ofrecer- se enfrenta a un último obstáculo patriarcal propio antes de que rueden los créditos. A punto de casarse con Max, Bella es interrumpida por Alfie Blessington, el marido de Victoria Blessington, la mujer en cuyo cuerpo habita Bella. Alfie, en una demostración del patriarcado más gráfica y perturbadora que las payasadas de Ken, pretende mutilar a Bella y arrebatarle su recién descubierta liberación sexual. Afortunadamente, Bella es capaz de vencerle, y mientras Ken obtiene su redención, a Alfie se le da el cerebro de una cabra y se le mantiene como mascota, un castigo adecuado para su horrible plan.

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Debemos experimentarlo todo

Poor Things

(Crédito de la imagen: Searchlight Pictures)

«En cierto modo sería un alivio librarme de mi yo buscador», dice Bella cuando se enfrenta a Alfie, un sentimiento que Barbie comparte definitivamente al principio de la película. Pero es a través de la plena indulgencia de sus yoes buscadores como Bella y Barbie pueden experimentar sus propias versiones de la feminidad y llegar a aprender lo que es ser humano.

Son estos viajes de hermanas los que hacen de Barbie y Pobrecitas un programa doble tan convincente, que nos anima a descubrir nuestro propio yo buscador; al fin y al cabo, todos llevamos uno dentro.

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Frenk Rodriguez
Frenk Rodriguez
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