¿Soy yo o la época muda fue la mejor para la comedia?

Piense en el cine mudo y es probable que le vengan a la mente varias imágenes. La sombra del Conde Orlok en las escaleras de Nosferatu (1922), quizás, o los paisajes urbanos de Metrópolis (1927), de Fritz Lang. Pero tarde o temprano es probable que imagine una escena de una de las muchas comedias de la época.

Dado que el cine mudo se basa en la narración visual y en algún que otro intertítulo, tiene sentido que la comedia fuera tan fundamental para la creación del cine. Los payasos y los mimos conocían el poder de un buen gag visual, así que era natural que esas formas tradicionales de actuación se trasladaran a la pantalla, con resultados icónicos.

¡Safety Last! (1923), por ejemplo. Aunque tiene más de 100 años, no ha perdido ni un ápice de su poder para provocar carcajadas y jadeos por igual. Quizá más famosa por su final, en el que Harold Lloyd escala un edificio de grandes almacenes y cuelga de un reloj gigante, la película se ha convertido en una especie de abreviatura de las acrobacias alocadas y la comedia física que definieron el género.

Hablando de físico, ¿quién puede olvidar a Buster Keaton? En la era de la ingrávida CGI, su imagen haciendo equilibrios sobre la parte delantera de una locomotora de vapor en El general (1926) sigue impresionando, al igual que la espectacular escena del choque de trenes en el clímax de la película.

Y luego estaba Charlie Chaplin. Cuando Sight and Sound publicó su encuesta de las 100 mejores películas de todos los tiempos en 2022, el actor y director fue incluido, al igual que Keaton, no en una, sino en dos. Luces de la ciudad (1931) se rodó en una época en la que el cine sonoro era la norma, pero Chaplin mantuvo la película (en su mayor parte) muda, y podría decirse que es mejor por ello. Y aunque Tiempos modernos (1936) incluía algo de sonido, seguía utilizando intertítulos -por entonces retro- para los diálogos.

Por supuesto, las risas se pueden encontrar en ingeniosos juegos de palabras o en efectos más modernos, como los gags asquerosos, la incómoda comedia incómoda y la conmoción que rompe tabúes. Pero con su inagotable invención, la comedia muda siempre reinará. ¿O soy sólo yo?

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Frenk Rodriguez
Frenk Rodriguez
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