Hace 10 años, el reparto y el equipo de Capitán América: El Soldado de Invierno nos dijo que querían cambiar el MCU para siempre con la secuela

Steve Rogers está enfadado. Perseguido por el mismo gobierno al que ha jurado defender, la leyenda viviente de la Segunda Guerra Mundial está huyendo. Recorriendo una autopista de Washington D.C. en un sedán conducido por su nuevo amigo Sam Wilson, con su compañera Vengadora Natasha Romanoff -también conocida como la Viuda Negra- en el asiento trasero, el hombre llamado Capitán América está siendo atacado por su antiguo mejor amigo, el que hace tiempo se creía muerto Bucky Barnes. Ahora es una máquina de matar cibernética conocida como El Soldado de Invierno, que ha saltado al lateral del coche del Capi y se ha encaramado a su techo, dispuesto a sembrar el caos.

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Película Total

(Crédito de la imagen: Total Film)

Este artículo apareció por primera vez en el número 217 de la revista Total Film, publicada en marzo de 2014. ¡Suscríbete aquí!

«¡Frenos!», grita el codirector Anthony Russo por encima del estruendo, y el coche se sacude, catapultando a Viuda (Scarlett Johansson) desde el asiento trasero hasta el regazo del Capi (Chris Evans). Los dos miran por el parabrisas, Evans con el ceño fruncido y Johansson con una determinación sombría. Con el viento azotándole el pelo, coge su pistola y apunta al cristal. «¡Aplasta!» grita Russo. El coche se sacude violentamente. Aferrado a su escudo, el Capi acerca a la Viuda con la mano derecha y atrae a Wilson (Anthony Mackie) con la izquierda. Está a punto de ponerse hecho una furia…

«¡Corten!», dice Russo. El temblor se detiene. La máquina de viento se apaga. El trío recupera el aliento y sonríe bobaliconamente a la cámara. Al hacerlo, Evans, Johansson y Mackie liberan horas de tensión desde su pequeña cabaña, silueteada por una enorme pantalla verde en el plató de Manhattan Beach de Marvel Studios esta calurosa tarde. Resulta muy apropiado para una pelea con un héroe americano que sea la víspera del 4 de julio. Pero si hay un superhéroe de Marvel Comics que se resiste más a los arcos argumentales en la gran pantalla, ése es el Capitán América, ya que su naturaleza es tan inquebrantable como los principios de la Constitución de su país. Y el adusto Capi es posiblemente el Vengador menos divertido en un equipo de superhéroes que cuenta con el carismático Tony Stark, el furioso Thor, la escurridiza Viuda y Hulk, que es simplemente, bueno, impresionante.

Steve Rogers está enfadado. Perseguido por el mismo gobierno al que ha jurado defender, la leyenda viviente de la Segunda Guerra Mundial está huyendo. Recorriendo una autopista de Washington D.C. en un sedán conducido por su nuevo amigo Sam Wilson, con su compañera Vengadora Natasha Romanoff -también conocida como la Viuda Negra- en el asiento trasero, el hombre llamado Capitán América está siendo atacado por su antiguo mejor amigo, el que hace tiempo se creía muerto Bucky Barnes. Ahora es una máquina de matar cibernética conocida como El Soldado de Invierno, que ha saltado al lateral del coche del Capi y se ha encaramado a su techo, dispuesto a sembrar el caos.

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Capitán América: El Soldado de Invierno

(Crédito de la imagen: Total Film)

Este artículo apareció por primera vez en el número 217 de la revista Total Film, publicada en marzo de 2014. ¡Suscríbete aquí!

«¡Frenos!», grita el codirector Anthony Russo por encima del estruendo, y el coche se sacude, catapultando a Viuda (Scarlett Johansson) desde el asiento trasero hasta el regazo del Capi (Chris Evans). Los dos miran por el parabrisas, Evans con el ceño fruncido y Johansson con una determinación sombría. Con el viento azotándole el pelo, coge su pistola y apunta al cristal. «¡Aplasta!» grita Russo. El coche se sacude violentamente. Aferrado a su escudo, el Capi acerca a la Viuda con la mano derecha y atrae a Wilson (Anthony Mackie) con la izquierda. Está a punto de ponerse hecho una furia…

«¡Corten!», dice Russo. El temblor se detiene. La máquina de viento se apaga. El trío recupera el aliento y sonríe bobaliconamente a la cámara. Al hacerlo, Evans, Johansson y Mackie liberan horas de tensión desde su pequeña cabaña, silueteada por una enorme pantalla verde en el plató de Manhattan Beach de Marvel Studios esta calurosa tarde. Resulta muy apropiado para una pelea con un héroe americano que sea la víspera del 4 de julio. Pero si hay un superhéroe de Marvel Comics que se resiste más a los arcos argumentales en la gran pantalla, ése es el Capitán América, ya que su naturaleza es tan inquebrantable como los principios de la Constitución de su país. Y el adusto Capi es posiblemente el Vengador menos divertido en un equipo de superhéroes que cuenta con el carismático Tony Stark, el furioso Thor, la escurridiza Viuda y Hulk, que es simplemente, bueno, impresionante.

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¿Cómo hacer que la segunda entrega del Capi sea una digna y esencial sucesora de Vengadores reunidos y, al mismo tiempo, impulse el universo hacia la esperada Los Vengadores: La era de Ultrón? La clave era la progresión. Su primera película, El primer vengador, funcionó al situarle en un escenario tan patriótico como su uniforme en la Segunda Guerra Mundial, permitiéndole descubrir su lugar en el mundo como un recién nacido que pone a prueba su entorno. Pero su abrupto final lo dejó en el hielo durante 65 años, sólo para ser descongelado y, sin tiempo para mirar atrás, volver al combate en la monstruosa BO Avengers Assemble. Como miembro del equipo de Nick Fury, el Capi siguió evolucionando y encontró un nuevo propósito con un nuevo pelotón. Ahora, en Capitán América: El Soldado de Invierno, se siente totalmente formado, seguro y fuerte, pero tiene dificultades con la vida en el siglo XXI y con la lucha contra la autoridad que representa el gobierno de los Estados Unidos. Como cualquier hombre maduro, el Capi es melancólico, está de mal humor y dispuesto a patear traseros. Y ahora tiene que enfrentarse a algunos (mortales) dolores de crecimiento…

El bueno, el malo y el feo

(Crédito de la imagen: Marvel)

«Con la primera, estabas estableciendo el personaje», explica Evans mientras se acerca a Total Film para charlar un rato entre rodaje y rodaje. Vestido con la ropa de civil de Steve Rogers, una chaqueta azul y una camiseta negra, está decididamente relajado para alguien que lleva sobre sus hombros el peso de una franquicia tentpole. «Con Los Vengadores tenías que ocuparte de muchos personajes. Con ésta puedes centrarte realmente en Steve adaptándose a cómo son las cosas ahora mismo. En ese sentido, puedes jugar con su brújula moral».

Con sicarios que vienen a por él desde todas las direcciones, el recto Capi está luchando por saber en quién confiar y podría descarrilar si apuesta por el caballo equivocado. Es mucho con lo que lidiar cuando el mundo está amenazado. «No creo que sus demonios salgan de su interior, porque no está hecho así», razona Evans, entrando en el tema de la psicología del Capi y su comprensión de que puede que tenga que salirse de la red para combatir el fuego con fuego. «Pero va a haber desafíos en términos de dónde encaja. En esta película se explora cómo ha cambiado el mundo.

Steve Rogers está enfadado. Perseguido por el mismo gobierno al que ha jurado defender, la leyenda viviente de la Segunda Guerra Mundial está huyendo. Recorriendo una autopista de Washington D.C. en un sedán conducido por su nuevo amigo Sam Wilson, con su compañera Vengadora Natasha Romanoff -también conocida como la Viuda Negra- en el asiento trasero, el hombre llamado Capitán América está siendo atacado por su antiguo mejor amigo, el que hace tiempo se creía muerto Bucky Barnes. Ahora es una máquina de matar cibernética conocida como El Soldado de Invierno, que ha saltado al lateral del coche del Capi y se ha encaramado a su techo, dispuesto a sembrar el caos.

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(Crédito de la imagen: Total Film)

Este artículo apareció por primera vez en el número 217 de la revista Total Film, publicada en marzo de 2014. ¡Suscríbete aquí!

«¡Frenos!», grita el codirector Anthony Russo por encima del estruendo, y el coche se sacude, catapultando a Viuda (Scarlett Johansson) desde el asiento trasero hasta el regazo del Capi (Chris Evans). Los dos miran por el parabrisas, Evans con el ceño fruncido y Johansson con una determinación sombría. Con el viento azotándole el pelo, coge su pistola y apunta al cristal. «¡Aplasta!» grita Russo. El coche se sacude violentamente. Aferrado a su escudo, el Capi acerca a la Viuda con la mano derecha y atrae a Wilson (Anthony Mackie) con la izquierda. Está a punto de ponerse hecho una furia…

Capitán América: El Soldado de Invierno

«¡Corten!», dice Russo. El temblor se detiene. La máquina de viento se apaga. El trío recupera el aliento y sonríe bobaliconamente a la cámara. Al hacerlo, Evans, Johansson y Mackie liberan horas de tensión desde su pequeña cabaña, silueteada por una enorme pantalla verde en el plató de Manhattan Beach de Marvel Studios esta calurosa tarde. Resulta muy apropiado para una pelea con un héroe americano que sea la víspera del 4 de julio. Pero si hay un superhéroe de Marvel Comics que se resiste más a los arcos argumentales en la gran pantalla, ése es el Capitán América, ya que su naturaleza es tan inquebrantable como los principios de la Constitución de su país. Y el adusto Capi es posiblemente el Vengador menos divertido en un equipo de superhéroes que cuenta con el carismático Tony Stark, el furioso Thor, la escurridiza Viuda y Hulk, que es simplemente, bueno, impresionante.

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¿Cómo hacer que la segunda entrega del Capi sea una digna y esencial sucesora de Vengadores reunidos y, al mismo tiempo, impulse el universo hacia la esperada Los Vengadores: La era de Ultrón? La clave era la progresión. Su primera película, El primer vengador, funcionó al situarle en un escenario tan patriótico como su uniforme en la Segunda Guerra Mundial, permitiéndole descubrir su lugar en el mundo como un recién nacido que pone a prueba su entorno. Pero su abrupto final lo dejó en el hielo durante 65 años, sólo para ser descongelado y, sin tiempo para mirar atrás, volver al combate en la monstruosa BO Avengers Assemble. Como miembro del equipo de Nick Fury, el Capi siguió evolucionando y encontró un nuevo propósito con un nuevo pelotón. Ahora, en Capitán América: El Soldado de Invierno, se siente totalmente formado, seguro y fuerte, pero tiene dificultades con la vida en el siglo XXI y con la lucha contra la autoridad que representa el gobierno de los Estados Unidos. Como cualquier hombre maduro, el Capi es melancólico, está de mal humor y dispuesto a patear traseros. Y ahora tiene que enfrentarse a algunos (mortales) dolores de crecimiento…

El bueno, el malo y el feo

(Crédito de la imagen: Marvel)

«Con la primera, estabas estableciendo el personaje», explica Evans mientras se acerca a Total Film para charlar un rato entre rodaje y rodaje. Vestido con la ropa de civil de Steve Rogers, una chaqueta azul y una camiseta negra, está decididamente relajado para alguien que lleva sobre sus hombros el peso de una franquicia tentpole. «Con Los Vengadores tenías que ocuparte de muchos personajes. Con ésta puedes centrarte realmente en Steve adaptándose a cómo son las cosas ahora mismo. En ese sentido, puedes jugar con su brújula moral».

Con sicarios que vienen a por él desde todas las direcciones, el recto Capi está luchando por saber en quién confiar y podría descarrilar si apuesta por el caballo equivocado. Es mucho con lo que lidiar cuando el mundo está amenazado. «No creo que sus demonios salgan de su interior, porque no está hecho así», razona Evans, entrando en el tema de la psicología del Capi y su comprensión de que puede que tenga que salirse de la red para combatir el fuego con fuego. «Pero va a haber desafíos en términos de dónde encaja. En esta película se explora cómo ha cambiado el mundo.

Cap

Steve está acostumbrado a los años 40, donde está muy claro quién es bueno y quién es malo. Tal y como están las cosas ahora, con nuestros avances tecnológicos, se ha llegado a un punto en el que, para preservar la seguridad, la libertad y la libertad, puede que haya que llegar a medidas extremas que infrinjan los derechos civiles de las personas. Así que es una zona gris para Steve. Es un momento difícil para él, intentando averiguar dónde encaja y quién es bueno y quién es malo…».

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«Queríamos que el Capi y, en realidad, todo el universo cinematográfico fuera muy diferente al final de El Soldado de Invierno de lo que es al principio».

Kevin Feige

Evans ya debería saberlo -tras 13 semanas de fotografía principal en El soldado de invierno, solo quedan dos-, pero claro, no lo dice. Y tampoco lo dicen los codirectores y novatos en el universo Marvel, los hermanos Anthony y Joe Russo. Más conocidos por comedias como Bienvenidos a Collinwood y Arrested Development, los hermanos fueron captados por el jefe de Marvel Studio, Kevin Feige, después de ver los episodios de acción y género-pastiche de Joe Russo en Community: ‘A Fistful Of Paintballs’ y ‘For A few Paintballs More’.

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«Crecimos con Scorsese», dice Joe al explicar su cita cuando él y su rother se unen a nosotros. «Crecimos con Coppola. Estudiamos ‘The French Connection’ 50 veces. Y llevábamos mucho tiempo esperando encontrar un proyecto como éste, que nos permitiera explorar esos intereses.»

Capitán América: El Soldado de Invierno

¿Qué? Entonces, ¿El Soldado de Invierno será súper hablador? No temáis, asegura Joe. «Hay mucha acción en esta película, tanta como en Vengadores, si no más. Pero también hay mucho trabajo de personajes. Así que se mueve entre las dos cosas. Para nosotros es muy importante que, cuando hay acción, ésta impulse la historia de alguna manera, que haya algo en juego. Como en un thriller de los 70».

Steve Rogers está enfadado. Perseguido por el mismo gobierno al que ha jurado defender, la leyenda viviente de la Segunda Guerra Mundial está huyendo. Recorriendo una autopista de Washington D.C. en un sedán conducido por su nuevo amigo Sam Wilson, con su compañera Vengadora Natasha Romanoff -también conocida como la Viuda Negra- en el asiento trasero, el hombre llamado Capitán América está siendo atacado por su antiguo mejor amigo, el que hace tiempo se creía muerto Bucky Barnes. Ahora es una máquina de matar cibernética conocida como El Soldado de Invierno, que ha saltado al lateral del coche del Capi y se ha encaramado a su techo, dispuesto a sembrar el caos.

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(Crédito de la imagen: Total Film)

Este artículo apareció por primera vez en el número 217 de la revista Total Film, publicada en marzo de 2014. ¡Suscríbete aquí!

«¡Frenos!», grita el codirector Anthony Russo por encima del estruendo, y el coche se sacude, catapultando a Viuda (Scarlett Johansson) desde el asiento trasero hasta el regazo del Capi (Chris Evans). Los dos miran por el parabrisas, Evans con el ceño fruncido y Johansson con una determinación sombría. Con el viento azotándole el pelo, coge su pistola y apunta al cristal. «¡Aplasta!» grita Russo. El coche se sacude violentamente. Aferrado a su escudo, el Capi acerca a la Viuda con la mano derecha y atrae a Wilson (Anthony Mackie) con la izquierda. Está a punto de ponerse hecho una furia…

«¡Corten!», dice Russo. El temblor se detiene. La máquina de viento se apaga. El trío recupera el aliento y sonríe bobaliconamente a la cámara. Al hacerlo, Evans, Johansson y Mackie liberan horas de tensión desde su pequeña cabaña, silueteada por una enorme pantalla verde en el plató de Manhattan Beach de Marvel Studios esta calurosa tarde. Resulta muy apropiado para una pelea con un héroe americano que sea la víspera del 4 de julio. Pero si hay un superhéroe de Marvel Comics que se resiste más a los arcos argumentales en la gran pantalla, ése es el Capitán América, ya que su naturaleza es tan inquebrantable como los principios de la Constitución de su país. Y el adusto Capi es posiblemente el Vengador menos divertido en un equipo de superhéroes que cuenta con el carismático Tony Stark, el furioso Thor, la escurridiza Viuda y Hulk, que es simplemente, bueno, impresionante.

¿Cómo hacer que la segunda entrega del Capi sea una digna y esencial sucesora de Vengadores reunidos y, al mismo tiempo, impulse el universo hacia la esperada Los Vengadores: La era de Ultrón? La clave era la progresión. Su primera película, El primer vengador, funcionó al situarle en un escenario tan patriótico como su uniforme en la Segunda Guerra Mundial, permitiéndole descubrir su lugar en el mundo como un recién nacido que pone a prueba su entorno. Pero su abrupto final lo dejó en el hielo durante 65 años, sólo para ser descongelado y, sin tiempo para mirar atrás, volver al combate en la monstruosa BO Avengers Assemble. Como miembro del equipo de Nick Fury, el Capi siguió evolucionando y encontró un nuevo propósito con un nuevo pelotón. Ahora, en Capitán América: El Soldado de Invierno, se siente totalmente formado, seguro y fuerte, pero tiene dificultades con la vida en el siglo XXI y con la lucha contra la autoridad que representa el gobierno de los Estados Unidos. Como cualquier hombre maduro, el Capi es melancólico, está de mal humor y dispuesto a patear traseros. Y ahora tiene que enfrentarse a algunos (mortales) dolores de crecimiento…

Frenk Rodriguez
Frenk Rodriguez
Hola, me llamo Frenk Rodríguez. Soy un escritor experimentado con una gran capacidad para comunicar de forma clara y eficaz a través de mis escritos. Tengo un profundo conocimiento de la industria del juego y me mantengo al día de las últimas tendencias y tecnologías. Soy detallista y capaz de analizar y evaluar juegos con precisión, y afronto mi trabajo con objetividad e imparcialidad. También aporto una perspectiva creativa e innovadora a mis escritos y análisis, lo que contribuye a que mis guías y reseñas resulten atractivas e interesantes para los lectores. En general, estas cualidades me han permitido convertirme en una fuente de información y conocimientos fiable y de confianza en el sector de los videojuegos.